lunes, 15 de diciembre de 2014

To be or not to Be.

Hay muchas razones en esta vida por las que podría echarme atrás.

Podría dejar que mi vida caer a lo más profundo del abismo
y seguir pensando que todo está bien.

Pero siempre pasará un pequeño atisbo que me diga que no. 
Que no está bien.

Podría dejar de mirar al cielo y perderme los atardeceres, 
y Dios sabe cuanto amo ver un atardecer, 
aunque no tenga nada de especial.
Un atardecer es el fin de un día, de una oportunidad.
De un pudo.
Y de un no fue. 


Podría dejar de sonreír.
Últimamente no encuentro consuelo en la risa.
No encuentro ese punto, ese cenit que me dice que es ahí donde uno debe estar.
La risa se ha vuelto un privilegio del que creo que aun no tengo derecho a gozar.


Podría dejar de pensar, 
pero sin algo en que pensar
la poca existencia del algo no tendría sentido.

No puedo dejar de ser.
Aunque a lo largo del día, quisiera dejar de ser yo 
y no ser más.
Dejar de pensar, dejar de sonreír, dejar de aprovechar.


Podría dejar de ser yo.
¿Pero qué quedaría de mi?

Solo un fue. Solo un recuerdo amargo de algo sin acabar. 
Solo un pequeño soplo acompañado de recuerdos unos más peculiares que otros.

No puedo dejar de ser.

No puedo dejar de ser.

No puedo dejar de ser.