viernes, 2 de octubre de 2015

Flashlight.

Hoy he vuelto aquí y no sé porque.

Mentira. Sí lo sé.

Una melodía se repite en estos momentos. Una y otra vez. Es una de esas melodías que te hacen pensar. Esas que sacan los oscuros secretos que llevas dentro. Te paran a pensar y a rememorar cosas que te dices a ti mismo; ¿cómo he llegado hasta aquí?

Por un momento me he replanteado cientos de cosas. Tantas que me ha dado miedo permitirme seguir por esa línea. No porque no supiera lo que me iba a encontrar entre tanto pensamiento, si no por como iba a reaccionar ante todo eso.

Esa melodía sigue sonando. Ha sido lo primero que ha salido y lleva un rato repitiéndose. Una y otra vez. Y con ello cada pensamiento que me he permitido tener hacia tantas...

Y aquí mi mente se para.
Porque no soy capaz de afrontarlo.


Me da miedo. Mucho más que eso. Me aterra el pensar que siempre quedará una parte de mi en esas historias sin acabar. Y que no puedo hacer nada. Porque lo he dejado estar. Y se ha ido como el agua entre los dedos.


Y de que me sirve mirar las gotas caer.

No me merezco la melodía.
O quizás si. Sí me la merezco.

Me merezco recordar estas cosas. Me merezco este dolor y me merezco todos los pensamientos que han pasado por mi cabeza. Son un recordatorio. Y duele. Pero es lo que yo he decidí. Yo quise formar parte de todas esas historias que ahora se han quedado en el aire.



domingo, 17 de mayo de 2015

Dots.

Uno...Dos...Tres....Cuatro...

Y así, vas contando una y otra vez.

Uno...Dos...Tres...Cuatro....

Y al principio lo dejas pasar.
Puedes perdonar.

Cinco...Seis...Siete...Ocho...

Y entonces te das cuenta, de que has contado más de lo permitido.

Cinco...Seis...Siete...Ocho...

Y que el castillo en  el cielo donde lo habías puesto todo, comienza a desmoronarse.

Nueve...Diez...Once...Doce...

Ya no ves algo de la misma manera.
Misma forma.
Mismo camino.
Las perspectivas cambian.

Nueve...Diez...Once...Doce...

Comienzas a cansarte.
Cansarte de repetir una y otra vez que esto puede pasar.
Que lo vas a dejar pasar.

Trece...

Catorce....

Quince...

Una promesa, una simple palabra, una pequeña linea...

Dieciséis.

Diecisiete.

Dieciocho.

Ya no lo aguantas. Y comienzas a sentir que el perdonar es inerte y difuso.

Diecinueve.

Veinte.

Veintiuno.

¿Tiene algún sentido?

Veintidós.

Algo te dice que sí. Y es ahí donde tu bucle vuelve a comenzar.